A 19 años de la memoria del atentado del 11 de septiembre, EE. UU. y el mundo se despiertan con esta frase, que recuerda un hecho fatídico que remeció los principales poderes de la superpotencia (económico, militar y político). Este hecho no solo cambió la dirección de la seguridad nacional y política exterior estadounidense, sino también generó un cambio importante en el orden mundial que se conocía.
Si bien la destrucción de infraestructura y la muerte de miles de personas será siempre recordada, es relevante reflexionar sobre los efectos del ataque, en la percepción occidental de la religión islámica y los musulmanes. Estos atentados, sumados a los realizados a lo largo de estos años, exacerbaron el prejuicio ya existente contra palestinos, árabes y musulmanes como terroristas. Siendo la reacción principal, el miedo, la necesidad de protegerse y el rechazo; resumidos en una palabra: islamofobia.
En el presente artículo se abordarán las evidencias de esta reacción, desde los discursos de odio y el enfoque de los mismos según la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y las limitaciones políticas migratorias actuales establecidas por Estados Unidos contra los creyentes de esta religión.
Según Zapata, en la conferencia “Discursos de odio y Derechos Humanos”, discurso de odio es la acción comunicativa que promueve la discriminación y la violencia a través de expresiones denigrantes sobre aspectos determinantes de un grupo de individuos. Después del 11 de septiembre, persiste en la civilización Occidental un sentimiento negativo hacia los musulmanes. Apreciación influenciada por la tonalidad y temática de la información que presentan los medios escritos de comunicación. El informe elaborado por la Fundación Al Fanar para el Conocimiento Árabe y el Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed) en el 2018 afirma que, el 87% de las noticias presentadas sobre los musulmanes son de tonalidad negativa y de 1,659 noticias analizadas, 1,150 tratan sobre el terrorismo. Por ello, se puede afirmar que lo peligroso y preocupante sobre el islam expuesto en los medios de comunicación en España y la Unión Europea es la relación existente entre los miembros de la religión con el terrorismo, estigmatizando a la población musulmana como personas de carácter violento, peligroso, fanático, entre otros.
Uno de los casos más controversiales sobre la presencia de “discursos de odio” en los medios de comunicación se dio después del atentado a las oficinas del semanario francés “Charlie Hebdo”, el 7 de enero del 2015, tras publicar caricaturas de carácter ofensivo a los sentimientos religiosos. Desde
la perspectiva establecida por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en su resolución 2031, se afirma que el uso de la sátira para transmitir información que pueda ofender o perturbar, incluso exacerbar a los creyentes de una religión está amparado por el artículo 10 sobre la libertad de expresión, pues se refiere a una exigencia de la sociedad actual, plural y tolerante. Por ello, la libertad de expresión, especialmente la sátira, no debe ser limitada por la sensibilidad de las religiones.
Por otro lado, muchos países comparten el pensamiento que establece a los musulmanes como una amenaza a la seguridad. En consecuencia, la islamofobia se ha acrecentado y con ella las medidas al respecto. Ejemplo de ello, es señalado por Bichara Khader (2016): “La presencia de unos veinticinco millones de musulmanes en los veintiocho países de la Unión Europea está planteando hoy debate, polémica, miedo y hasta odio. (…) Las encuestas de opinión pública en nuestro continente muestran cada vez más temor y antagonismo hacia los musulmanes europeos, vistos como amenaza para las identidades nacionales, para la seguridad interna y para el tejido social” (pág.3).
Asimismo, se debe tomar en cuenta el veto migratorio establecido en el año 2018 por el presidente Donald Trump, aprobado por la Corte Suprema de los Estados Unidos. Este restringe la entrada a las personas pertenecientes a países islámicos: Irán, Libia, Siria, Yemen y Somalia. Sin embargo, tal decisión causó grandes manifestaciones ante la muestra clara de discriminación. De acuerdo con Sotomayor, «un observador sensato concluiría que (el veto) estuvo motivado por una aversión a los musulmanes».
Ante dichas muestras de inconformidad, el presidente estadounidense justificó que: «en esta era de terrorismo mundial y de movimientos extremistas que buscan dañar a civiles inocentes debemos investigar de forma apropiada a aquellos que vienen a nuestro país», según la BBC News.
El uso del terrorismo como justificación para tomar estas decisiones y normalizar la discriminación de los musulmanes, pueden ocultar la búsqueda de los verdaderos intereses de cada país. Según Juan Pablo Galicia, (2018): “el discurso de combatir el terrorismo ha servido para hacer avanzar los intereses de Estados Unidos en muchos países islámicos. Pasan los años e incluso ceden muchos de los contingentes terroristas, pero el discurso contra el terrorismo se mantiene”.
En conclusión, calificar a los musulmanes de forma generalizada como terroristas en los medios de comunicación, es una idea errónea que trae consigo grandes consecuencias como la islamofobia y por lo tanto, la generación de políticas que fomentan la violación a los derechos fundamentales de la persona, incentivando la discriminación.