EL OLVIDO NO ES OPCIÓN: GENOCIDIO ARMENIO

 

¿Genocidio o condena por traición? El 24 de abril de 1915 comienza uno de los capítulos más recordados y dolorosos de la historia del pueblo armenio. Aproximadamente 1.5 millones de su población fueron sistemáticamente asesinados a través de deportaciones forzadas, masacres y condiciones inhumanas que condujeron a la muerte por hambre y enfermedades. Este intento deliberado de exterminar a esta etnia no sólo devastó a esta antigua comunidad cristiana, sino que también dejó una cicatriz profunda en la historia de la humanidad. 

 

Su vía crucis comienza en Constantinopla, donde fueron detenidos entre 250-300 intelectuales armenios, para luego ser ejecutados.  Esto desencadenó pesares en la población armenia, cuyo estado empeoró al siguiente mes, en mayo de 1915, cuando se promulgó y aceptó la Ley Temporal de Deportación por el Gran Visir de la época. Dicha ley establecía que los militares, autorizados por el gobierno otomano, podían deportar a cualquier persona que se considerara una amenaza hacia la seguridad del Estado, incluídos mujeres, niños y ancianos. Gracias a esta ley, fueron deportadas más de 1 millón de personas, misma cantidad que falleció en el camino a donde se dirigían, el último destino al que se trasladaban era el desierto de Siria, Alepo (Hintlian, 2003, p.18). El gobierno turco mandaba a la población armenia a los campos de concentración ubicados en dicho país, lugares donde eran masacrados, violados y desahuciados hasta la muerte por los militares turcos (Sadurní, 2024). 

 

Las razones por las cuales el exterminio sistemático hacia el pueblo armenio es calificado como genocidio son variadas. El Imperio Otomano atravesaba un periodo de declive marcado por la pérdida de territorios, tensiones internas y crisis económicas. En un intento por mantener el control y desviar la atención de sus problemas, las autoridades otomanas recurrieron a culpar a las minorías étnicas y religiosas, utilizando al pueblo armenio como chivo expiatorio, acusándolos de colaborar con Rusia durante la primera guerra mundial, quien era enemigo de la Triple Alianza. Los desplazamientos forzados fueron a causa de la ley, previamente mencionada, la “Ley Temporal de Deportación”, donde inclusive los soldados del ejército no fueron exentos, demostrando que el Imperio Otomano estaba en contra de todo el pueblo armenio sin excepciones. Desde ese momento se acentuó el temor vivido por los armenios:

 

“Las mujeres eran arrancadas de los lavaderos, los niños sacados de sus camas, el pan quedaba a medio cocer en el horno, la comida de la familia quedaba abandonada a medio comer, los niños eran sacados de las escuelas dejando los libros abiertos en la tarea del día, los hombres eran obligados a abandonar su arado en los campos y su ganado en la montaña” (Hintlian, 2003, 19).

 

Memorias así han sido esparcidas a través de todo el mundo, siendo contadas por nietos de los supervivientes, uno de ellos es el actual profesor de la Universidad San Ignacio de Loyola, Francisco Nichan Belaunde Matossian, quien nos relata su historia familiar:

 

“Mi bisabuelo fue asesinado por los turcos y su hijo logró sobrevivir gracias a que fingió estar muerto entre una pila de cadáveres, posteriormente emigró a Francia donde se encuentra la diáspora más grande de armenios en Europa con más de 300,000 personas de origen armenio. Mi abuelo, como parte del trauma sufrido, tenía un comportamiento muy tranquilo y callado, evitando hablar sobre su pasado”. Este testimonio nos señala las heridas ejercidas por parte de los turcos hacia dicha población.

 

La religión ha sido un factor clave para entender el porqué los otomanos empezaron esta política discriminatoria en contra de los armenios, quienes son cristianos. En 1908, un nuevo grupo político tomó el poder: los Jóvenes Turcos, en un principio se adhirieron a los principios de la Revolución Francesa, pero al momento de asumir el cargo, escasamente los pusieron en práctica, demostrando su repudio hacia los no musulmanes, pasando de un otomanismo a un turquismo ultranacionalista. Ellos llegaron a implementar una serie de deportaciones masivas, ejecuciones y masacres sistemáticas contra la población armenia, bajo el pretexto de eliminar a los posibles colaboradores con Rusia.

 

“El populacho kurdo y turco que mató a los armenios estaba indudablemente motivado por razones religiosas, pero los que verdaderamente concibieron el crimen no tenían tal móvil. Casi todos eran ateos sin ningún respeto por el mahometanismo o el cristianismo; para ellos el único móvil era el Estado, frío y calculador (Antaramián, 2016)”. Adicional a ello, Morgenthau menciona que los únicos lugares en los que Turquía aplicó la Ley eran donde vivía mayormente población armenia, ciudades como Constantinopla, Esmirna y Kutaya nunca fueron tocados. (Hintlian, 2003, 19)

 

A más de un siglo de los acontecimientos, la negativa del Estado turco a reconocer el genocidio sigue siendo un tema de controversia política e histórica. Esta negación ha dificultado los intentos de reconciliación entre Armenia y Turquía, y ha perpetuado el dolor en la diáspora armenia, que busca justicia y reconocimiento por las atrocidades sufridas. La falta de una resolución oficial no solo impide un cierre emocional para las familias de las víctimas, sino que también perpetúa una cultura de impunidad. Organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y países que han reconocido oficialmente el genocidio llaman a Turquía a enfrentar su pasado, pues la aceptación del genocidio sería un paso crucial para sanar heridas históricas y para el avance en los derechos humanos globales.

 

Por último, el Estatuto de Roma de 1998 define claramente el genocidio como el exterminio total o parcial de un grupo étnico, religioso o racial. Según esta definición, no cabe duda: Turquía perpetró un genocidio contra el pueblo armenio. A pesar de la abrumadora evidencia histórica y el reconocimiento de 34 países alrededor del mundo, Turquía continúa negando su responsabilidad. Esta negación persistente no solo es un insulto a la memoria de las víctimas, sino una herida abierta que desafía los principios de justicia y humanidad.

 

Antaramián, C. (2016). Esbozo histórico del genocidio armenio. Scielo. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-19182016000300337&lng=es&nrm=iso&tlng=es#B29  

Hintlian, G. (2003). El genocidio armenio. GENOCIDIOS y CRÍMENES  CONTRA LA HUMANIDAD. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=767136

Sadurní, J. M. (2024, 24 abril). El genocidio olvidado. historia.nationalgeographic.com.es. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/genocidio-armenio_16665