En lo que apenas inicia el 2024, la península coreana se encuentra en un estado de tensión sin precedentes. Corea del Norte, bajo el liderazgo de Kim Jong-un, ha intensificado su retórica de guerra contra Corea del Sur y Estados Unidos, acusándolos de realizar  “medidas imprudentes” en preparación para una posible “invasión” y advirtió que “una guerra puede estallar en cualquier momento”. Las autoridades en Seúl han advertido que Pyongyang estaría planeando aumentar su presencia militar en el área, siendo que ha comenzado a reconstruir sus puestos de control en la Zona Desmilitarizada. El líder norcoreano también expresó su intención de “ocupar, subyugar y reclamar completamente” Corea del Sur en caso de guerra y calificó a la República como su “principal enemigo” y “Estado más hostil”. Simultáneamente, Kim ha pedido expandir exponencialmente el arsenal nuclear norcoreano y promover nuevos ensayos de misiles balísticos intercontinentales, prometiendo el lanzamiento de tres nuevos satélites espías militares. Esta situación se enmarca en un contexto de crecientes roces con Seúl y Washington, y de acercamiento con Moscú. En las últimas semanas el régimen de Pyongyang habría realizado disparos de artillería hacia una zona fronteriza en disputa y probado un presunto misil hipersónico. 

De acuerdo con diversos medios, la afirmación de que Kim Jong-Un ha abandonado el objetivo fundamental de reconciliación y reunificación con Corea del Sur ha suscitado un debate intenso entre expertos. Aunque la mayoría de analistas no apoya la teoría del conflicto bélico, algunos perciben un tono más beligerante en las acciones del líder norcoreano; insinuando una modificación en su enfoque estratégico. A principios de año, Corea del Norte disparó más de 200 proyectiles de artillería en las cercanías de dos islas en el Mar del Oeste, frente a la costa occidental de la península coreana; sin embargo, aunque no se trate de un hecho aislado, es una muestra de este cambio de enfoque. Si bien no es infrecuente que el gobierno norcoreano lleve a cabo este tipo de provocaciones hacia la zona de amortiguamiento marítimo; contribuyen a avivar las hostilidades bilaterales. Ante la ausencia de avances diplomáticos y la persistencia de profundas desconfianzas mutuas, principalmente por parte de Corea del Norte, es improbable que se logre una distensión real entre las dos Coreas en un futuro próximo.

Bajo esta premisa, aunque la guerra total puede ser improbable, existe la preocupación de que acciones militares limitadas, como un ataque a las islas del archipiélago en disputa, podrían darse a lugar. Si bien la retórica norcoreana ha sido históricamente utilizada como una herramienta para atraer atención y negociar; se advierte sobre la posibilidad de provocaciones más graves. Un recrudecimiento de las hostilidades en la península coreana podría provocar una seria desestabilización en la seguridad del noreste asiático y afectar los intercambios económicos y la cooperación internacional en múltiples frentes. En particular, países vecinos como Japón, China y Rusia están seriamente preocupados por la posibilidad del estallido de un conflicto militar en esta región de Asia oriental. Expertos señalan que la amenaza norcoreana estaría impulsando una cooperación reforzada en materia de defensa y seguridad entre Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, “incluido el intercambio en tiempo real de datos de seguimiento de misiles”, de acuerdo con Leif-Eric Easley, profesor de la Universidad Ewha en Seúl. Por otra parte, en el plano económico, el conflicto tendría un impacto negativo en importantes socios comerciales de Corea del Sur, dado su peso como potencia tecnológica y comercial en la región.