A lo largo del gobierno de Bolsonaro, ha disminuido su aceptación tanto a nivel nacional como internacional. Esto es, en parte, consecuencia de cómo ha decidido manejar la pandemia y los problemas que esta ocasionó (ej. crisis económica). A nivel interno, se ha creado una protesta en contra de dicho presidente ya que se trata del tercer país con mayor número de contagios. Incluso empezó una “guerra contra los gobernadores” (Barros, El País, 2021). Y, ¿qué sucede a nivel externo?
Económicamente hablando, las decisiones del gobierno de Bolsonaro han sido duramente criticadas, sobre todo por aquellas relacionadas a la Amazonía y otras zonas verdes. Macron, por ejemplo, indicó el 12 de enero que la dependencia de soja brasileña en Europa estaría provocando la deforestación en la Amazonía. Sin embargo, Bolsonaro le pidió que no haga comentarios idiotas y Hamilton Mourao, vicepresidente de Brasil, agregó que la producción de soja brasileña es en Cerrado o al sur del país. Por lo tanto, la producción de soja no estaría directamente relacionada con la contaminación de la zona mencionada por el presidente de Francia. Pero para Macron, el comentario de Mourao no es suficiente. Por ello, pidió que se implemente una medida legal que verifique que las importaciones a Europa no empeoren la situación de la deforestación.
Las diferencias entre Bolsonaro y Macron generaron que este último rechace el acuerdo UE-Mercosur, pero tiene una condición para cambiar su decisión en el futuro. Esta sería que los países miembros (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) trabajen en normas medioambientales y sanitarias. Además, recomendó -aunque se podría considerar otra condición- que Brasil cambie su posición sobre la COP26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático del 2021). Alemania, Austria, Bélgica e Irlanda imitaron la reacción francesa por el mismo motivo. Cabe recalcar que la situación ambiental de Brasil es especialmente importante ya que, según un estudio publicado por la revista The Lancet Planetary Health (2021), es uno de los nueve países que emiten más emisiones anuales de gases de efecto invernadero.
Hasta este punto, una creería que el rechazo y las críticas a Bolsonaro son algo propio de Europa; sin embargo, no es así.
Para poder adquirir la vacuna, Brasil se comunicó tanto con China como con Estados Unidos, países que se encuentran en medio de una guerra comercial. Es por ese motivo que creció la preocupación de un posible conflicto de intereses: ¿cómo el país sudamericano podría establecer un contrato similar con ambas partes de dicho evento? Según Margareth Dalcolmo, investigadora y neumóloga, se trataría de una “incompetencia diplomática de Brasil” (Gestión, 2021). Esta postura es apoyada por Isabella Ballalai, vicepresidenta de la Sociedad Brasileña de Inmunología (SBIM), al decir que se trata de una “incompetencia del Ministerio de Salud” y que, además, fue una “falla de estrategia” (Gestión, 2021). A pesar de ello, sí lograron adquirir ambas vacunas.
Otro punto relevante relacionado a Estados Unidos es que Bolsonaro fue uno de los últimos presidentes en reconocer a Biden. Esto se debe a su buena relación con Donald Trump. Para cerrar con broche de oro, según The Lancet, el único jefe de Estado que no solo indicó que no se piensa vacunar, sino que animó a su población a seguir sus pasos al decir que si se convierten en cocodrilos, es problema de ellos. Específicamente se refería a posibles consecuencias de la vacuna de Pfizer y de BioNTech, a pesar de que ya habían sido usadas en países como Estados Unidos y Reino Unido.
Con todos los argumentos presentados, es entendible que haya un gran rechazo a nivel internacional al gobierno de Bolsonaro. Aún le quedan un par de años en el gobierno, ya que las próximas elecciones son en el 2022. Por lo tanto, podría mejorar su reputación y llevarse mejor con, no solo su población, sino con los líderes de otros países. Queda en sus manos.